Grandes secretos de la felicidad

Diciembre 27, 2012

Lo maravilloso de mi trabajo es lo mucho que aprendo en cada sesión, con cada persona. A veces me pregunto si no recibo más de lo que ellas se llevan. En este proceso de crecimiento personal ambas partes involucradas nos nutrimos y desarrollamos. Por momentos se funde o confunde la persona que guía con la persona guiada, la persona orientada con la persona que orienta.

!Y de eso se trata! De un proceso de aprendizaje compartido, en el que ambas partes dan y reciben, no hay supremacía, no hay desigualdad en la relación, es una relación simétrica. Muy lejos queda el esquema antiguo dónde terapeuta o medico están por encima, dónde todo lo saben y todo lo pueden. ¡Que gran alivio humanizar el proceso!! La responsabilidad es compartida, el éxito es compartido, el camino es en compañía.

Hace pocos días me he sentido afortunada de aprender de una gran mujer que llegó a mi consulta. He recibido de ella su experiencia en la vida, y se lo agradezco enormemente!

Hay temas de la vida cotidiana, que nos compete a hombres y mujeres, a las parejas, a las familias. Quizás se hacen más visible en mamás y papás durante el proceso de crianza. Entre ellos:

  • La importancia de poner límites a pesar del amor que sentimos hacia quienes los ponemos, nuestros hijos e hijas por ejemplo. Creemos que “debemos” ser incondicionales, dar, dar, aceptar, tolerar, aguantar. Pues no, también debemos LIMITAR. Poner límites es señal de un buen amor y no la ausencia de él.
  • Estamos tan acostumbrados/as a emitir juicios de valores, a dar opiniones y consejos, incluso sin que se nos pida, que no reparamos en lo más sencillo, escuchar, acompañar, estar, sostener sin hacernos cargo de lo que no nos corresponde. “Mi libertad termina dónde empieza la tuya”.
  • Nos cuesta enfocar y centrar nuestra atención en las virtudes y fortalezas de quienes nos rodean, confiando en sus posibilidades. Sin embargo parece más frecuente detectar y poner bajo la lupa los errores y defectos.

Esta acción sólo nos conduce a juzgar, criticar, cuestionar, dar consejos. Nos conduce a querer cambiar al otro/a, a decirle lo que debe hacer y a desconfiar de sus potencialidades y posibilidades.

En conclusión reemplazamos la confianza por la exigencia. Transferimos nuestra responsabilidad de cambio, depositándola fuera. Esperamos por pasiva o por activa que el cambio lo generen los/as demás... para nuestro propio beneficio. Pero hazte la siguiente pregunta ¿quién desea el cambio? ¿lo deseas tú o las demás personas de tu entrono? Lo deseas tú, ¿verdad?. Por tanto quien debe actuar, hacer, y deshacer eres tú.

Tras finalizar esta sesión me llegó por correo electrónico este video que aparece a continuación. Se trata de una entrevista realizada a Jorge Bucay (esta parece ser su semana en mi blog) que resume de una forma simple, clara y pedagógica, lo que he tratado de trasmitir.

No dejen de escucharla! Les dejo un fuerte abrazo!.